viernes, 26 de octubre de 2007

Un principio, una pregunta

No es que se me dé lo de las metáforas, lo de la literatura. Pero leía unas líneas de Roberto Bolaño cuando hallé un pretexto para casi cualquier cosa. Es sobre periodistas, periodistas culturales pero también de nota roja y de política, al final todos reunidos donde ha de ser: “Generalmente acaban en un local de putas de la colonia Guerrero, un enorme salón presidido por una estatua de yeso de Afrodita de más de dos metros, probablemente, pensaba él, un local que había gozado de cierta gloria licenciosa en la época de Tin-Tan, y que desde entonces no había hecho otra cosa sino caer, una de esas caídas interminables y mexicanas, es decir una caída pespunteada de tanto en tanto por una risa en sordina, por un disparo en sordina, por un quejido en sordina. ¿Una caída mexicana? En realidad, una caída latinoamericana”. Pero qué carajo, de qué está hablando. De pronto tuve una visión feliz: sin periodistas, o triste: sin puteros. Sin Tin-Tan, sin Afrodita, sin mitos, pues, o con mitos desinflados. Y se me ocurrió, como al que se le ocurre tomar una cerveza que no quiere ni necesita: está hablando de literatura. Esto es: de tradición. Esto es: de historia: de nada. O de muy pocas cosas, y todas, aunque pocas, desordenadas, al grado de no hacer nadie nada nunca por ese desorden, que parece, aunque sólo, inmenso. Ya dije que el parrafito de Bolaño es pretexto para casi cualquier cosa: podría uno pensar en política, la mexicana y la latinoamericana, o en desigualdad social o en economía, o en esas cosas importantes, pero no tengo interés por lo importante: compro un trago, y no comida, con mis últimas monedas. El párrafo habla entonces de literatura. Los periodistas pueden ser escritores entusiastas; el putero venido a menos, donde irremediablemente acaban, sin importar rangos ni abolengos literarios. La caída la sentimos todos; el apagado grito que acompaña esa caída, o sea su falta de importancia, hipocresías aparte, también. Cualquiera puede estar en desacuerdo y decir: La narrativa mexicana goza de excelente salud (por capricho nos limitaremos a hablar de la narrativa mexicana, como quien toma del refrigerador una Indio, habiendo Victoria, ambas la misma mierda), pero dije ya “cualquiera”: notemos si ese individuo está ganando varo, publicando su basura en los periódicos, asistiendo a congresos, es decir, si extra-literariamente se beneficia de la “literatura”. Pero quién es la tercera persona del singular, quién el “pensaba él”. Voy a convertirla en primera, primera persona (¿del plural?), como uno más que está cayendo, visitando quizá por primera pero no única vez el putero venido a menos. Y me concentro en la pregunta: ¿es la descrita una caída latinoamericana, hablando de narrativa? Contrastemos: ¿el de Argentina, por ejemplo, se parece en algo al lamentable caso de México? Si no, por qué; si sí, en qué.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es ud... genial.

Anónimo dijo...

¿Para que periodiquitos estudiantiles si tenemos blog?

Eh, hay que divertirse.

Roberto Begoña Bolaño