jueves, 15 de noviembre de 2007
De traición y fidelidad II
Sin duda, a la literatura mexicana le hace falta un asidero, un muelle, un faro, algo, pero le urge. Se trata, entonces, de encontrar la equivalencia a la ecuación Gombrowicz-Sarmiento, con todo y su Piglia en el medio. Por principio y en el más optimista de los tonos pienso que algo así no existe en este país y que la culpa, la última y desdichada culpa la tienen los lectores. No se trata de ponernos el san benito; es algo más simple: ¿existía Arlt antes de Piglia, existía Gombrowicz? A lo que voy: existían, sí, pero no son los mismo luego de que Piglia los inventó, pues esa y no otra es la palabra. La tradición, puede que lo haya dicho Borges, se inventa, se crea; no es algo que esté ahí esperando los monumentos. Si hemos planteado (o propuesto, ya no sé) que la literatura mexicana sufre de hepatitis terminal es porque hemos fracasado como lectores, no como creadores. Basta, de nuevo, la rudimentaria lista de nombres que eché al vuelo en post anterior. ¿Es Rulfo mal escritor, o Pitol, o Revueltas? Pero es justo esa pregunta la que no permite que esto avance. Piglia pudo decir Borges, pero en su lugar nombró al polaco. ¿Irreverencia banal? ¿Iconoclastia fatua? No: lectura, propuesta, tradición. Casi podría decir que siempre lo ha hecho así y que Respiración Artificial es la novela de un gran lector, en primer término, y de un buen escritor, en segundo. Es obvio que Borges es un genio, pero si aparece Arlt o Gombrowicz es porque se busca un camino en lugar de clausurarlo. Criticar está bien, es divertido, uno puede ser irónico y disfrutar de la risa cómplice con los amigos. Cuestionar es mucho más difícil porque implica propuesta. Rulfo es el mejor escritor mexicano: ¿y qué? Ya lo leí, qué bueno que lo leí. La literatura mexicana sufre de monumentitis cuando lo que hace falta es tirar estatuas cuyas piedras apenas sirvan de cimientos. Inventemos nuestra tradición: como lectores es nuestro derecho. ¿Cuándo comienza nuestra literatura? Por supuesto, hablo de literatura moderna. Con todo lo moderna que pueda ser, por ejemplo, sor Juana, no basta leerla para explicarnos qué sucede hoy. Esa es la pregunta que creo debería rondarnos,para replantear nuestro camino como lectores. Vuelvo al principio, Piglia se hizo esa pregunto y respondió que Sarmiento, que Gombrowicz, que Arlt. Soltemos nombres, hablemos de nuestro silgo XIX, de la novela de la revolución, del Ateneo, de los Comtemporáneos, etcétera. Una pregunta tan simple, el comienzo de una literatura, puede fundar bibliotecas, academias, enemistades, traiciones. Si hemos, pues, de traicionar nuestra literatura para poder serle fieles, hay que pensarnos como los peores lectores pues sólo en el anacronismo, en la lectura ventajosa y tal vez frívola encontraremos el camino de la invención. Si escribir mal puede ser (y ha sido) una consigna, una propuesta estética, instituyamos también la de leer mal. Por ahí se abre una ventana: ¿quién, por ejemplo, como Arlt en México? ¿Gozamos de un "mal" escritor aquí al cual podamos encunbrar, como vicio o deporte?
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2 comentarios:
bueno...la provocacion ha sido demasiado explicita, demasiado tajante para seguir soslayandola. claro que hay malos escritores que deberian caer en manos de buenos lectores (porque claro que hay malos lectores: los de "borgues" y los de mastrettas, boullosas y demas cosas babosas) y replantear la tan momificada (que anacronico me resulto el termino pero es la palabra: Fuentes esta muerto, pero sigue en exhibicion) tradicion literaria mexicana. Donde esta la silla de honor para efren hernandez y su exploracion de la dualidad del alma en la decada del 40? Que fue de los escritores ante el publico y sus promesas? quien ahora reflexiona en las profundidades del mal y la macabra fantasia-demasiado-real del "hombre de los hongos" de Galindo? Para empezar, ustedes, mis queridos respondientes al legendario grupo sin grupo, en que momento replantearon su idea de la tradicion literaria mexicana? (y pregunto eso con toda la mala leche de saber en donde transcurren sus seminarios encaminados a tesistear un dia)
Debería escribirse sobre Efrén Hernández, claro, académica y ensayísticamente: yo siempre he creído que es un gran neoplatónico, pero tendría que leer las Eneadas completas para comprobarlo. Por lo pronto, les prometo demostrar algebraicamente que no hay mucha diferencia entre las novelas líricas de los Contemporáneos y la narrativa estridentista... al menos, desde una relectura postmoderna.
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