domingo, 8 de marzo de 2009

Imagen del mal


La malignidad de los viejos tiene para el resto del mundo cierta comicidad, igual que un lapsus verbal o un anacronismo, piensa el policía Morvan durante La Pesquisa de Juan José Saer. Pero algunos se la toman en serio, la malignidad de los viejos, que es como de cuento fantástico, elemental. Quienes temen a los viejos son los niños, quizá porque les recuerdan esa no existencia pasada, a la que vamos todos, pero que en los viejos está ya próxima. Pero no, creo más bien que los niños temen a los viejos porque en ellos no pueden reconocer ninguno de los atributos de la madre, fuente de todos los bienes. Lo demás es perversión. Perversión la de Lautret, que se tomó en la novela de Saer aquella maldad en serio y se dedicó a descuartizar ancianas, o la de nuestra folclórica luchadora en la realidad de hace unos tres o cuatro años, en México, la mata viejitas. Pero esa perversión, acentuada hasta la caricatura, nos dio mediante Ernesto Sábato el “Informe de Ciegos”, parte medular de Sobre Héroes y Tumbas. Una variación mexicana del tema: El Huésped, de Guadalupe Nettel. El problema con Sábato es que se desborda. En todos sentidos: exagera, patetiza, es como un muchacho espantado que, al no comunicar su horror tremendo, carga el discurso de adjetivaciones y la historia de falsedades. Nettel, por su parte, se queda corta; es como si no hubiera leído a Sábato, y su novela nos abruma más bien con redundancias. El problema con la mata viejitas es que se salió de los libros, de las películas, de los cuadriláteros. De la fantasía, pues. Saer nos colma en cambio del horror fantástico, de la caricatura también, y, sin olvidar las exageraciones, las mantiene en un enésimo plano de realidad, de modo que su libro evita cierto humor involuntario, el mismo que Sábato, muy a nuestro pesar, nos transmitió. Por otro lado, no redunda, al contrario: su forma es en buena medida la del género de la redundancia, la novela policíaca, pero Saer la transforma—discípulo privilegiado de Borges— , incorporando con perfecta coherencia el caso de Morvan al universo del conocido personaje principal de Saer, el argentino con residencia en París Pichón Garay.


Cuando Morvan piensa en el resto del mundo, por lo visto, se permite ser generoso o amable u optimista o acaso sólo ingenuo.


Un ejemplo de lectura caníbal de la tradición, propuesta a lo largo de este blog—con tres contraejemplos de excesos niños.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente nota, excelente blog! Felicitaciones!